sábado, 20 de diciembre de 2008

Ponencia dada en Centro Cultural de la Cooperación - año 2004 -

LA IMAGEN HOY:
Tanto en la filosofía como en el arte dominaba un idea (y aún sigue teniendo su lugar del lado del poder y de la historia del pensamiento), la idea de una imagen única del pensamiento que obtenía su constitución del hecho de reproducir las articulaciones y mecanismos de la conciencia. Una imagen de las cosas como cosas dadas, los enunciados como decretos, las expresiones todas juzgadas desde el punto de vista del bien y del mal en general. Más allá de cualquier ideología, la misma máquina de concientizar dominaba todas las disciplinas en general, sigue dominando, sigue y sigue. Salvo a aquellos movimientos o autores que saben resistir creando otros modos de concebir la realidad, otros modos de producción de subjetividad. Una política que ya no cree en, ni quiere crear una imagen.
“El jardín de los senderos que se bifurcan”, “Alicia a través del espejo”, “La cruzada de los niños”, F.Scott Fitzgerald, Peter Brook. Antonin Artaud. Films como: “Hitler, una película de Alemania”, “El ciudadano”, “Sin aliento”, hoy “Elephant”, Tarcovsky. La danza butoh, la contemporánea. La música contemporánea, desde Debussy hasta nuestros días. De Paul Klee hasta acá... El Cosmos es la materia propia con la que trabaja el nuevo arte y este cosmos es la materia en sí molecularizada. La materia artística ya no separada, sirviéndose de la operación materia-sustancia como en el clasicismo. Tampoco creyéndose única sobre la tierra, materia variada continuamente como en el romanticismo. Ahora la materia deviniendo molecular se ha vuelto cósmica, el artista crea un pueblo siempre futuro, y encuentra la verdadera naturaleza de la resistencia, la creación.
La materia, así será la constituyente de nuevas relaciones consigo misma, relaciones con su carácter fractal y molecular que la harán devenir ilimitada. De acá podría surgir una nueva estirpe entonces, ni el hombre a imagen y semejanza de lo divino, ni el hombre dominador y creador de una forma que hasta vence a Dios, la forma Hombre. Ahora es un hombre del afuera, ilimitado, que no tiene exterior ni interior, un hombre cargado de animales, de piedras, de cosmos; nace el hombre como potencia e intensidad y ya no como forma o imagen, y sin duda el arte es el primero en mostrar que este hombre ya es posible.
El Arte, compañero inmanente del pensamiento, creador de nuevas formas de pensar que se hallan plenamente expuestas en los procesos artísticos y se justifican como mínimo por lo que este pensamiento artístico fue y sigue siendo capaz de crear, viene encontrando en sus caminos creacionales, sobre todo a partir de la segunda guerra mundial, una manera absolutamente distinta de concebir las imágenes. La imagen ya no se pretende como representante de la verdad, ni la verdad de un sujeto ni la verdad de una estructura, la imagen ahora es una potencia de lo falso, imagen creadora y siempre creada en su plena actualidad.
Desde Nietzsche hasta los grandes artistas de hoy, el arte funciona como catalizador y productor de los grandes conceptos que hoy deben ser pensados y creados. Ahora el pensamiento no como oposición al arte sino como una disciplina que debe beber de sus aguas ya que el arte en definitiva es como decía Nietzsche, siempre un problema filosófico.
La conciencia es sólo una imagen preconcebida del mundo, la conciencia es concebida como decía Bergson siempre conciencia de algo. Ahora la conciencia es algo, sin intermediarios ni representantes. A aparecido el Tiempo, el tiempo no cronològico y la conciencia clásica de este modo sufre su crisis, la imagen vive su crisis, afortunadamente.
Este mundo ya no nos devuelve la imagen de nosotros mismos. El mundo cambia como cambiamos nosotros en un mismo proceso, ya no estamos en el mundo como decìa Rimbaud, ahora somos el mundo.
La organizaciones comunitarias, los movimientos cooperativistas, los piqueteros, por nombrar algunas expresiones de una manera de hacer política de modo minoritario, o sea, en contra del Poder, no deberían esperar del arte que reproduzca sus modelos de organización como si estos fueran modelos estructurales y/u organizadores de una lucha de resistencia. Más bien es en su conexión con el arte como proceso de enunciaciones colectivas, donde se rompe con el modelo burgués y sedentario del sujeto de enunciación y se establece lo múltiple como producción de intensidades que, al no pertenecer al modelo de la conciencia no erige ninguna figura superior, ningún autor, ningún dueño. Si el arte logra lo mismo que las luchas de resistencia política no es por copiar la forma exterior de estas luchas sino por lograr una conexión intensa y que descentra y termina de una vez con la idea de sujeto y sedentarismo burgués. No se trata de que ahora el arte “lo hacemos entre todos” como se dice, o que el arte es de los “trabajadores de la cultura”. Este tipo de denominaciones jamás se oyeron de la boca de los encargados de llevar adelante los grandes procesos artísticos, Glauber Rocha incluido se ponía él al frente de sus proyectos y daba su vida por ellos.
Que no haya autor, que no haya dueño –en el sentido burgués y capitalista del término- es que ahora el artista no se vive a sí mismo sino es como una intensidad que produce el encuentro con otras intensidades, como creador de imágenes de lo que no podemos ver, ni él podría de no ser por lo que las imágenes “le” muestran. El artista es ahora Vidente pero no por estar encargado de revelarnos un saber que está más allá de nosotros, sino porque hace visible lo invisible, eso que constituye la materia misma de lo que podemos llamar “nosotros”, o sea el Cosmos. Lo que llamamos imágenes es un clichè, ya están creadas fuera y dentro de nosotros.
Por eso la función del arte es ahora descubrir lo que no es visible a los sentidos y hacerlo visible. Un arte que ya no habla en nombre de ni por otros. Un arte que es la producción vital de Otro compositor que está en el pensamiento. Un pensamiento sensación por oposición a un pensamiento de la conciencia. Un arte capaz de captar las fuerzas del cosmos que no están en otro lado que en la materia. Las fuerzas de un tiempo inmemorial que se hallan tanto en la piel de nuestros cuerpos como en los pliegues una montaña. Una memoria cósmica por oposición una memoria personal. Un devenir irrefrenable que envuelve tanto al arte como al mundo en busca de una misma composición creadora de nuevos sentidos.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Fuga Negra (año 2002)

(Hablar–Cantar = Rap)

Entrecruzamientos entre el Rap y la filosofía de Gilles Deleuze

“¿Qué te pasa, no te avivaste de tu mente?/¿Qué te pasa, estás perdido entre la gente?/¡Corre por nacer, tu vida se creará otra vez!” (Geo Ramma, tema: “Tragedia”)

“Oro en tu alma. Oro en el pecho.” El rapper lleva esa insignia en su cuerpo como signo de su valor interno y rasgo externo. ¿Oro falso, oro verdadero? Efecto oro. No hay un exhibicionismo o lucimiento personal. Por el contrario, hablan de “no me importa tu dinero ni tu clase social”. Es más bien una clase-multiplicidad espiritual. Se reconocen por un determinado conjunto de señas, gestos, actitudes de cuerpo, modos de saludos que hace un rapper y lo hacen a él. La manera de caminar distingue a un rapper de otro. Hay cierta elegancia animal allí. -¿Qué elegancia no es un devenir animal?- Filos y sinuosidades que luego se continúan en su danza. Esos giros, esas quebraduras. Todo un atentado contra los centros de gravedad: Ahora es la cabeza el pie que hace rotar al bailarín: cabeza-pie, cuerpo sin organización. Hay una disociación continua, mejor dicho una perfecta armonía-discontinua; no sólo del movimiento que lleva la música con el del que la baila, sino también, en el propio cuerpo del danzarín.

Es Rap, ni más ni menos, el acontecimiento de todo lo que pasa en esas calles del Bronx, Harlem: lo discontinuo, los arrebatos, paredes escritas y tatuajes en la piel, los extranjeros en su propia tierra, los idiomas extraños para una lengua dominante como el inglés: chicano, orientalenglish, cubano-spanenglish, etc. Las mafias, los vagabundeos, los gatos, las ratas y monos, los charcos, las roturas, los nomadismos, los pequeños acontecimientos afectivos de situaciones cotidianas que sobresaltan a cualquier paseante desprevenido. De todo esto sobresale una lengua absolutamente sacada de sus goznes y coordenadas oficiales, voz sin ejes, voz contra-poder, rap. Una voz que quiebra la voz dominante...

Va de nuevo: Rap = Hablar-Cantar

Ni hablar, ni cantar, sino rapear. Puro devenir de la voz que habla y que canta al mismo tiempo. Rap, devenir minoritario. Creado por la minoría negra de EE.UU. Cuando un blanco hace rap qué hace sino volverse negro. Devenir negro. Devenir chico-bestia. Beastie Boys: Rap, Budismo-Zen, Humor Absurdo, Política, - devenires extraños para una banda famosa -.

Los blancos-negros siempre nos han gustado mucho más que los negros-blancos. En realidad, estos segundos no nos convencen en lo más mínimo. Nada peor que un Michael Jackson queriendo “parecer” blanco (o blanca, es lo mismo). En un blanco es siempre un halago: “canta como un negro” (Tom Waits, David Bowie, Mick Jagger). En un negro, ser como un blanco es siempre un síntoma de decadencia, de estupidización, al menos de mercantilismo. De querer “Ser-Como-La-Mayoría”. Es quien dice “yo amo a todo el mundo”, triste amor este, amor barato y pueril. ¡¡Ámenme que yo los quiero a todos!!, grita el tramposo, sea negro o blanco.

Arthur Rimbaud dice: ”- Yo quiero ser negro.” Y automáticamente está trazando una línea de fuga. Línea de fuga para la lengua francesa y sus ansias de dominación de la cultura mundial de esa época. ¿Qué es la poesía de Rimbaud y sus escritos sino un rap? “- Que no se sepa nunca si es batalla o danza”, ¿esto lo dice un francés del siglo XlX o un habitante de Harlem, un rapper? Ser un negro: devenir negro, que hasta los negros deben atravesar. Siempre está el peligro de convertirse en monos de feria, repetidores eternos de un mismo número, que agrada y simpatiza siempre igual, al resto del mundo. La famosa mueca de Louis Armstrong cantando para los ejércitos de EE.UU., es ni más ni menos que “si, me burlo de ustedes y me puedo burlar de mi mismo”. Rap también es eso.

Vídeo-Clip: El rap prefiere estas imágenes: autos que saltan con sus patas-ruedas delanteras de caballo, cámaras filmando siempre al ras del piso, como si no fuera posible filmar de otra manera a un rapero. Rapper-mono, zorro, siempre semi-agachado, bamboleándose, mirándonos de golpe con furia y de golpe riéndosenos en la cara, como sólo un animal se atreve a hacerlo. Grabadores portátiles apoyados en el hombro y pegados al oído. Música nómade. Oyente nómade. No hay un lugar único donde oír y hacer rap, es caminando, quieto en una esquina, en un parque, en la calle, siempre en un afuera. El oído, la oreja es ya la música misma sin intermediarios. Beckett dirá: “- lo digo como lo oigo”, Beckett, otro extranjero en su propia lengua.
Por eso es mentira que es simple el rap. Junto a ese compás de 4 x 4, en su base está la orquesta de la ciudad, orquesta-tránsito. Es como una composición de Edgar Varesse, el genial compositor contemporáneo: bocinas, chirridos, gritos de desconocidos, de animales, de desesperados, de amantes y enemigos. “- Salvados-perdidos.”

Es imposible oír rap en el living de nuestra casa sin poner a todo nuestro cuerpo en esa escucha. Tomalo o dejalo. Si no va el cuerpo no va el rap. Es entonces, cuando aparece el cuerpo, que estamos conectando con lo que el rap tiene de popular. Es una conexión irracional, intensa; devenir popular: soy un pueblo y hay un pueblo en mí – vuelve otra vez Rimbaud a rapear: “- Yo soy otro”, creo un pueblo, creo un cuerpo. Una buena razón para creer en el Rap: nos hace creer en el cuerpo. El tambor que suena sin parar, minimalmente, es el latido del corazón de esas almas, la voz rapeando es la de las otras voces que están en un devenir “absoluto”.

Sabemos de los peligros que conlleva esta línea de fuga–rap: luchas a muerte entre bandas, monopolios, venganzas fatales, pero ahora no tenemos tiempo de hablar sobre esto. Sólo diremos que el rap atraviesa los peligros de todos los movimientos artísticos (que siempre son sociales y políticos), en él esos peligros son de índole tribal-pasional, peligros que surgen cuando surgen las organizaciones del tipo mafia. Podemos recordar estremecidos a la Mafia-Breton-Surrealismo contra la Tribu-Artaud-Intensivo... Es propio del carácter del rap: tomame o dejame, te amo te odio.

Cuando Miles Davis conoce el rap, ve dentro de si un límite, lo oye mejor dicho y decide atravesarlo. Considera al rap la música del futuro. Se acabó el jazz dice por un momento, entonces: “DooBop”, una nueva música Bop. A seguir esa línea, a fugarse por entero, a arriesgar lo poco que le queda de vida en este nuevo devenir, sus últimos soplidos. Devenir Davis del rap, devenir rap de Davis. Él, que siempre arriesgó una nueva tirada de dados; parece emblemático que su último disco sea de rap. Hecho mano a mano con un rapper, Easy Moo Be. Lo antiguo, el jazz, y el futuro, el rap, en una misma línea.
Siempre habrá un nuevo apodo para un nuevo rapper. ¿Qué apodo se hubiera ganado Davis entre los rappers de haber seguido vivo? ¿Trumpet Air, Old Hot Blue? Siempre tienen uno. Nombres que designan una intensidad, que es quien los crea. Nombres que provienen de un afuera-calle-caótico y no de un interior-familia-institución. Apodos: Snoopy Dogui Dog, Coolio, Ice T, T-Pac, Dr.John, Prince. Siglas, R.D.C. Especies de contraseñas para unas bandas que conocen sus secretos y exprimen la expresión más pura de ellos. Nombres que derriban las asignaciones institucionalizadas. B.I.G. Existe el caso del rapper que se elimina el nombre para hacer ahora de sí un puro símbolo, y ser llamado así, extrañamente, “símbolo”, sin remitir a ningún nombre.
Puro nomadismo, marcas tribales, devenires indio para devenires negro. Pocas letras tan políticas. Pocas voces tan rítmicas. Lo que pedían los músicos cultos del uso de la voz (Schoemberg, Messiaen, Berg) lo encuentra el rap con toda naturalidad. Hablar-cantar. Devenir urbe. Devenir la gran urbe. Devenir siglo XXI. Devenir negro, devenir animal, devenir música. Ser un nómade en su propia tierra. Fugarse sin moverse del lugar. Aligerar la Tierra, darle nuevos ritmos, ahí está la clave de la vida. Rapear del pensamiento, del cuerpo, de la sensación. Pura voz. Sí, siempre hay muchas voces en una voz. Una voz que es ella misma un contralenguaje, un puro acontecimiento sonoro. Voz-clamor. ¿Qué gran poeta no rapea sus poemas cuando los recita? ¿Escucharon a Dylan Thomas, a Henri Michaux? ¡¿Y a Artaud?! ¡Cómo rapean!

“Solo lo que sigo lo hago sin sentido, sólo lo que sigo no tiene motivo” (Geo Ramma)

Una anécdota sobre devenires revolucionarios y la presencia, escrita hoy 19/12/08

19 de diciembre de 2001. Mi hijo, Sebi, ya llevaba 7 meses y 18 días de nacido. Jamás había tenido una fiebre, ni siquiera mínima…

Esa noche, con su mamá íbamos al cumpleaños de su abuela materna. Nos esperaba una gran fiesta. Los 60 años de ella serían recibidos con bombos y platillos (y cosas que ni nos podíamos imaginar).
Yendo al cumpleaños en un remise, comenzamos a darnos cuenta que algo distinto estaba pasando en la calle ese día. Era el atardecer. Empezaban a aparecer grupos de gente en las esquinas, gomas quemadas y unas, hasta ahí, tímidas cacerolas percutidas con muchas ganas.
Sebi estaba muy tranquilo, el remisero no tanto, nosotros entre expectantes y asombrados por lo que veíamos.

Comenzó la fiesta. La gente iba llegando. Todo en el lugar estaba preparado de manera fastuosa y luciendo los mejores honores al motivo de la celebración. Los ruidos de la calle empezaban a oírse cada vez con mayor fuerza en el interior de la casa.
Nuestro bebé, empezaba a estar distinto a lo acostumbrado.

Ya de noche, el bebé estaba decididamente molesto con algo. No era una simple inquietud, no era un capricho de esos que uno no puede entender. Algo en él lo tenía incómodo, se lo sentía atravesado de un temblor contenido… y de pronto, su temperatura corporal empezó a elevarse considerablemente. Llantos. Más llantos. Insoportables. Imparables.
La mujer que siempre trabajó en la casa de los abuelos empezó a conjeturar: tiene mal de ojos. Por lo tanto ella debía hacer algo. Se retiró a un rincón donde nadie la viese y al parecer comenzó a realizar un rezo o algo así con el que nos aseguró que nos iba a ayudar a que nuestro hijo estuviera mejor. .. Pasó media hora, el llanto seguía. Al parecer el ritual anti mal de ojos no estaba dando los resultados esperados. (La fiebre duró más de 24 horas).

Pasó no más de una hora, la molestia de Sebi no paraba y nos fuimos. La razón estaba a la vista, el niño mal y nosotros sentíamos que no había ya motivos válidos para estar allí. Volvimos a nuestra casa… Y afuera, ya sabemos lo que había comenzado a suceder.

Gilles Deleuze dice que lo que importa son los devenires revolucionarios, que no importa el futuro o el pasado de la revolución, pues mientras creemos que ese es nuestro problema, los devenires revolucionarios están ocurriendo – y habría que tratar de verlos, oírlos, experimentarlos-. Esos devenires ocurren dentro y fuera de nosotros.

No tengo ninguna duda de que ese 19 y después el 20 de diciembre del 2001, fuimos atravesados por un devenir revolucionario. Hicimos un devenir revolucionario. La primera fiebre de mi hijo y el primer devenir revolucionario social-colectivo en el que estaba participando se presentaban de manera inexorable. Por un tiempo fuimos otro pueblo, o supimos lo que es cuando el otro es una figura colectiva e indiscutiblemente nada personal.

Tal vez los bebés tengan, como dice Deleuze, un cuerpo intensivo. Todos nacemos con él. Luego, en el devenir de la vida, lo perdemos, lo sujetamos, lo olvidamos, lo enterramos o cuando podemos, cuando queremos lo hacemos presente otra vez.
Un cuerpo intensivo capta las fuerzas que persisten incesantemente fuera de él, ya que la naturaleza de un cuerpo intensivo es poseer fuerzas que no hacen la diferencia entre lo interior y lo exterior. Fuezas a-personales y a-significantes. Fuerzas de lo que llamamos, la presencia. Su aptitud para capturar el afuera es inmanente, no conoce límites, y él y ella son tanto generadores como interceptores de esas fuerzas.

Un devenir intensivo no tiene punto de partida ni de llegada, él intercepta. Intercepta lo que en la vida se presenta como afirmación, como transmutación, como voluntad de poder.
Por eso, un devenir revolucionario no busca la toma del poder sino que afirma el poder del devenir, el poder de la voluntad que hay en todo devenir.

La presencia, en los devenires, es una operación, un acto. No hay presencia sin un cuerpo intensivo que la capte. Y no hay cuerpo intensivo sin una presencia que sea su canal por donde llegan las fuerzas y que es él mismo fuerza.

La presencia no es un origen, no está en un origen, no es la manera de llegar a un origen. Es siempre una zona de intensidad, que se la conoce porque actualiza y realiza una intensidad que o no sentíamos, o no existía aún. Su existencia es instantánea y al mismo tiempo no posee una duración predeterminada. Aquí lo instantáneo es sinónimo de fuera de un acto conciente. La presencia es casi lo mismo que la intuición tal vez, al menos son inseparables.
La presencia produce conciencia, a partir de una producción que comienza con las fuerzas inconcientes que habitan en cualquier plano de los universos que nos atraviesan constantemente. El universo de lo cotidiano, el universo laboral, el de las fiestas, el de los amantes, el de lo social, el de la naturaleza... En todos los universos se encuentra la presencia como la operación que logra poner en acto las fuerzas invisibles, impensables, inconcientes que insisten en todos ellos.

Entonces, tengo un monumento de sensación que me acompaña hace años. El monumento está compuesto por estas sensaciones –las que puedo nombrar al menos-: una fiebre que nada la puede parar, una fiesta inevitable e inolvidable que prácticamente jamás sucedió, un pueblo –el nuestro- movilizado hasta donde sus fuerzas lo exigieran –más allá de cualquier concepto cívico establecido-, un gobierno expulsado por este mismo pueblo irrefrenable, un devenir revolucionario.

Hoy algunos dicen, "no pasó nada. Siguen los mismo de antes manejando el poder". Y, digo yo, ¿qué quieren? Jamás una cacerola pidió el poder. Las cacerolas querían que los que estaban allí y ahora se vayan ya, y esos, se fueron… Después, el hormigueo siguió. Yo empecé con los talleres de filosofía y acá sigo. La madre de mi hijo no paró de bailar más en su vida, como nunca. Sebi ya tiene siete años y medio y sabe que tiene la responsabilidad y el honor de hacer lo que quiera.

"El devenir revolucionario ya fue, pasó" –eso dicen los caretas-. Nosotros sabemos que un devenir revolucionario siempre pasa, es un puro presente que no deja de pasar. Pasa y pasa y pasa. Esa es su vida, esa es su fuerza, siempre actual. Esa es su presencia.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Ante la presencia (2/1/04)

“Lo más difícil cuando te pasan esas cosas es aceptar que caes.” Desconocido charlando con desconocida (para mi) por una calle de Buenos Aires, en la tarde de un 1º de enero de 2004.
Habría que mirarme tropezar por las calles en ese momento en que siento que la vida me pone en situación de víctima, y entonces sorprenderme a mí mismo como un mal caminante, nada más que como un mal caminante...
Cada vez que estamos ante la presencia de un término figurativo de un suceso, promovemos en nuestra interpretación de las cosas un nuevo antecedente. Esta manera enciclopedista de darnos cuenta del mundo que nos atraviesa está determinada por un signo bien preciso: la aprobación. Buscamos rápidamente en ese pasado que nos hace ser, la prueba de nuestra redundancia constituyente, la garantía de que las cosas se mueven como esperamos que se muevan, aún sus sorpresas, aún sus derivas.
El mar se traslada, esto es algo que no podemos decir. Sin embargo el barco toma la forma temporal de este universo, eso si podemos decir. Entonces, la capacidad innata que tenemos de maritimizarnos en un barco se ve positivisada, se encuentra en regocijo, nuestro entendimiento se ve satisfecho.
La momia se mueve como las pirámides. Esto lo podemos decir y creemos que estamos frente a una analogía plausible, entera de sentido, vista desde un más acá trascendente y fluido que nos hace acomodar mejor en nuestros sillones ontológicos.
La puesta en escena podría ser hasta ahora claramente dibujada: tomamos el lápiz y trazamos coherentemente un sillón, una momia sentada en él y, cubriéndolos del caos, como si fuera su casa, una pirámide.
Y en la aprobación anida el cansancio. En esta técnica se encuentra escondido más adelante, el agotamiento.
Siempre me he movido desde la precisa necesidad de las brumas. Siempre he atisbado la enorme capacidad del arte de nombrar torpemente la mejor y más contundentemente borrosa precisión, la precisión de la sensación, que nace del sinsentido. Buscando la imagen más precisa siempre, me he hundido en las atmósferas de la “visión”, sin saberlo las más de las veces, sin darme cuenta, las más de las veces, de que los recorridos emprendidos en cada caso eran nada más que la dificultosa acechanza de lo verdadero que por supuesto nunca está a la vista. Potencia de lo verdadero al fin, no estar a la vista, ser la no imagen del más apropiado dibujo, el del vacío, el del tiempo, el de los espacios blancos y vacíos.
Oímos estúpidas reconciliaciones con la antigüedad, tenemos que leer (las mejor de las veces), frases y relatos atiborrados de saberes, saberes escondidos, saberes vanguardizados paradójicamente por la sabiduría “original” de los templos y las comarcas de los tantos señores de los tantos anillos. Después llega Hollywood y les da la razón. Perdón por esta especie de desvarío pero buscamos la modesta precisión de lo que aumenta la potencia de nuestros enunciados, o sea la precisión que se encuentra más allá y más acá de la “sociedad del espectáculo”.
" A medida que la necesidad resulta socialmente soñada, el sueño se hace necesario. El espectáculo es la pesadilla de la sociedad moderna encadenada que, en última instancia, no expresa sino su deseo de dormir. El espectáculo es el guardián de este sueño." La sociedad del espectáculo (fragmento) Guy Debord.
Cansada la momia de que la confundan con la pirámide pegó un grito atroz, sabía que el momento en que la descubrieran sería el mejor...
La noche es la guardiana del sueño, por eso no debemos soñar sino vivir la noche y partir de allí, de esta posibilidad, no sé, tal vez observar la presencia ante la que nos pone la embriaguez ..., como la presencia ante la que se encuentra el mal caminante que nunca lo es por no saber el camino. No hablamos del esclavo ni queremos hablar por él –espíritu de Spinoza no me lo permitas-, caídas y elevaciones, oleajes y soles, entre los pliegues de tantas noches oscuras ... Cuando aparece Michaux la vida se abisma ya como una total y espumeante membrana, donde a su vez es y se hace el desfiladero y éste se vuelve ancho, siempre sinuoso por supuesto, un desfiladero de contorno empaquetante de otros contornos, un desfiladero cada vez más ancho, pero por naturaleza desfiladero, por suerte....
No asistí jamás a una nueva presencia que no sea de golpe deformante. Las transformaciones son circunstancias inconsistentes hasta que aparecen estas fuerzas, en un tiempo muerto y vertiginoso, un tiempo descarado y sin figuración, donde la forma desvanecida de la historia surge después como surge una isla de pronto en el medio del océano, una Moby Dick.