miércoles, 1 de octubre de 2008

Otro Rap

1° Opción - Palabras-ritmo.
2° Opción - Palabras-armonía.
1° Opción - Los términos actúan entre sí por resonancias internas y divergentes, uniéndose desde su afuera más interior.
2° Opción - Los términos actúan para sí, según una armonía, siguiendo una lógica “objetiva” de significados y subjetividades que asegura su interioridad y su sentido.

1° y 2°, Opciones - Tal vez haga falta tomar ambos aspectos para que se produzca el discurso, pero no debemos confundirlos.

El Rap huye de la segunda opción y encuentra su afirmación en rasgos de la primera.

1° - Alteridad de la sintaxis; devenir animal de la voz para una voz no humana; fraseo motivado constantemente por el tiempo que se hace presente antes que lo que la palabra va a “decir”; irrupción de un devenir político en la música - .

El sentido de armonía le impondría al Rap otros rasgos, que lo harían desaparecer.

2° - Respeto por la lengua en sus variaciones sintácticas; distinción de voces según el orden de la simetría y la analogía que reclama una descripción y una ubicación dividida en escalas ascendentes y descendentes; un fraseo que sería causa y “causador” de un compás; un hablar “de” política utilizando la música como instrumento informativo-propagador de ideas (casi siempre) “progresistas”- .

Otro Rap - un comienzo - :

“Yo trabajo con impotencia, con ignorancia”. Samuel Beckett.

Beckett es el precursor del Rap, entre otras cosas desde el momento en que inventó un estilo en la escritura al que no hubo manera de ponerle un nombre. – Pero esto no explica nada.- Sí, tal vez, el que “su” Rap era la constitución de una nueva fuerza-palabra-intensidad, que no debía ser explicada y por el contrario, se iba a ser necesario para el irlandés, limarla de todo significado y de todo uso evolutivo del relato. La palabra en Beckett es lo anti soledad, lo demostró mejor que nunca en sus personajes solitarios, los de sus novelas y relatos – y en sus poesías -. La palabra es siempre de una tribu, está poblada de intensidades, nunca está sola ni depende de una relación que siempre sería impuesta por un discurso que la viene a superar y a explicar. La palabra es portadora de un discurso que nosotros lectores fascinados sentimos descubrir, y lo que entonces nos atraviesa es que estamos de pleno en esa tribu, no necesitamos explicaciones, no necesitamos la frase correcta que de un “cierre” al sentido que allí nace ante nuestros ojos. Por eso las palabras aisladas de Beckett, sus palabras bailarinas del vacío, sus palabras-accidentes (y no accidentales), sus palabras acontecimientos, todas aparecen en el medio de las frases pero con tanta intensidad que la frase ya no es más que un puro medio, un puro ritmo, el rap del futuro allí y ahora, más allá y más acá. SI hay algo que no experimentamos ante la escritura de Beckett es que falta algo, más bien faltan los lectores, falta el pueblo que lo lea. Y eso lo podemos sentir gracias al pueblo que Beckett inventa, un pueblo que está siempre por venir y que ya pasó - por el desierto y hace tiempo -.Un pueblo revolucionario a fuerza de no existir pero si de insistir en cada novedad, en cada devenir, en cada intensidad. La intensidad puede darla el pueblo en cuanto que es la que verdaderamente puebla las cosas entre si, no las limita ni impone órdenes, no es el Partido X.

La capacidad de sacudirse en el lugar del desprendimiento de sentido, la precariedad necesaria del cuerpo más atlético, Artaud, el cuerpo del alma. Si desemboca en un puerto está perdido. Si llega a una conclusión ya está muerto. Y sin embargo busca definiciones, o sea intensidades. Entonces la palabra se acaricia de infinito, se transporta por la tierra aligerándola como quería Nietszche. La niñez de la caparazón de la que es la cabeza está comprometida en esto para siempre. Niño cósmico. La verdad en la transformación, nada más que allí. Sino, digamos bigotudamente, se acabó la verdad desde el momento en que es sólo un instrumento de querer la destrucción. Errar en el blanco es querer tener razón. Por eso la verdad falla cuando se levanta siendo casa de la existencia. Las aves del pensamiento no son el pensamiento. Lo impotencian, lo subvierten y lo violentan, para que arranque de nuevo, cada vez lo mismo, para cada vez diferente. La flexibilidad es ignorante en cuanto puede mover el cuello sin pedir permiso y sin saber con qué se va a encontrar. El lugar por donde se ubica la intuición es precisamente un lugar de ignorancia y es vital que no aparezcan las casas entonces.

Tal vez sea preciso (re)volver a Beckett de manera amorosa, es decir, dejando que el cansancio sea transmutado en agotamiento, es decir, dejando que la embriaguez se adueñe del sueño, mejor dicho lo desplace, lo mande a traicionar la noche en vez de a darle sentido; y entonces llegar a leerlo realmente o sea desde un lugar donde ya no reina lo posible como en el sueño de Apolo y si la visión de la realidad como en los narcóticos de Dionisos.

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