miércoles, 1 de octubre de 2008

MINORISTAS

¿Qué caminos toman las minorías hoy en día?
¿Qué trazan sobre esos caminos?
¿Qué dibujos de sí componen?
¿Hay una zona que crean antes de dar su pisada, de dejar su huella, de fabricar sus senderos?
¿Es a través de un jardín o de un desierto –de senderos que se bifurcan- que avanzan?
¿Avanzan?
¿Cuál es su imperceptibilidad?
¿Cuál es la música de las minorías?
¿Cuál es la imagen que develan las minorías?
¿Qué tienen para decir?
¿Dónde están?
¿Cuáles son las trampas en las que caen y a las que se enfrentan?
¿Qué riesgos aceptan correr?
¿Cuándo se acaba su naturaleza de minoría?
¿Qué piensan, qué pensamientos inventan?– ¿no es lo mismo una cosa que otra?
¿Qué pensamientos ya fabricados arrastran?
¿Para qué pensar las minorías?
¿Cómo escribir sobre las minorías, desde dónde, quién puede hacerlo?
¿Qué movimientos inventan las minorías que no vemos a simple vista?
¿Sabemos lo que están haciendo nuestros vecinos? ¿Lo tenemos que saber?
¿Qué tenemos que ver nosotros con las minorías?
¿Podemos pensar las minorías?
¿Hay un modo nuevo de pensar que ya es minoritario y otro nuevo que es mayoritario?
¿Qué resonancias hay para atrás entre las minorías, cuáles son sus ejemplos, sus paradigmas?

La huella no es el resultado, ni lo que queda, tras el paso dado por un minorista.
La huella es el registro, de otra cosa, que pasa en el caminante de minorías.
Su sombra también.
Hay un antes de la huella, que la huella no nombra, solo es sombra de esto, que pasa siempre un instante antes de aparecer en el suelo.
Porque tal vez los minoristas hallan antes que en una relación con el suelo que pisan, en un encuentro con determinados acontecimientos su potencia de fuga de los poderes.
No se puede ser minorista, ni hacerse el minorista. Deleuze lo dijo, devenir y listo.
Cuesta mucho trabajo pertenecer a la minoría.
Por lo general, los minoristas son individuos que no entienden nada del trabajo humano, -¡mentira!, es que no comparten la idea que todos tenemos acordada sobre tan bendito y sagrado asunto.-
Arthur Rimbaud: “El trabajo humano, esa explosión ilumina mi abismo de cuando en cuando.” Rimbaud es leído por los minoristas.
Y es leído también por los Universitarios, a quienes les cuesta mucho alcanzar a la minoría que ellos mismos pueden crear y no ven, tapados sus ojos como están.
Cuando un minorista se ríe no hay espacio para la risa, su reír ocupa de manera tal el espacio que dicho espacio comprende que es sólo luz, que sólo la luz crea el espacio, no hay otra cosa, para empezar, que esta luz.
Cuando se dice Los, esto implica lo múltiple, no una relación entre cosas únicas o colectivas. Una masa de los minoristas podés ser vos que estás leyendo esto.
El cuerpo de los minoristas es lodo molecular, primeramente.
Un cuerpo hecho por el lodo, no un cuerpo de lodo. Del lodo seguirán surgiendo cosas increíbles. Para las minorías no hay otra sustancia primera que el lodo. El cuerpo proviene de esa unión de todas las naturalezas en el lodo; el Afuera mismo de la tierra, su capa fértil.
Las minorías no se guardan nada.
“¡¡¡A mayorías silenciosas
minorías más ruidosas!!!”, los gallegos de “Os Resentidos” cantaban esto, y por allí andaban graznando que la filosofía es un invento de ricos. Minoristas filósofos que no pueden dejar de hacer filosofía justo cuando se niegan a hacerla, pues dan con lo justo, no con lo dado, dan con lo inventado –por ellos, por supuesto.

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