miércoles, 1 de octubre de 2008

Sobre el/la VideoDanza...

Tal vez, todo arte es una forma de pensamiento... Esta posible definición exige primero pensar qué es una definición.
Cuando una definición se constituye a partir de premisas lógicas del tipo: hacer arte es “esto” por tanto todo lo que parte de “esto” será llamado arte, estamos utilizando mecanismos que tienen por objetivo hacer prevalecer una condición determinada, preexistente de una materia en cuestión. Por ejemplo, siguiendo esta lógica diremos: una imagen será aquello que hemos visto, que podríamos ver o que estamos viendo. Nos apropiamos de un sentido orgánico –ya definido como lo visual -, y le adjudicamos a la materia tratada el carácter ya dado por la organización determinada y que actuará de determinante. Decir, entonces, que una imagen responde y se sigue de un órgano específico, nos dará la seguridad de “saber de lo que estamos hablando”. Tendremos el poder sobre las imágenes, mi imagen, mi mundo, mi etc. ...
Será así de horrorosa esta calidad de definición que, vaya hacia donde vaya, como vaya y cuanto vaya, seguirá siendo perteneciente a un solo reinado y poder. Aquí, el término imagen es propulsado por factores externos, por eso regulado desde afuera; “lo ya visto”, igual a lo lógico. En este uso de la imagen, lo mejor que podemos esperar es ver la transformación de las imágenes, entre nosotros, su manoseo formal. Y, en el peor de los casos, será una imagen para “entendidos”, los que “saben” que la imagen –en definitiva- no es nada, como dice la propaganda aquella de la bebida... Sigue el horror...
Pero intuimos otra clase de definiciones.
En la primera clase o género, la definición era primera con respecto a lo indefinido, haciendo de lo indefinible el esclavo de una determinación previa, que ya establecía que eso que llamaría transformación sería una consecuencia dada por un modelo de “lo ya visto”, o que nos garantizaría entonces “ver” la cosa.
Pero ahora, pegamos un salto sobre el mismo lugar para caer distinto. Acabamos de nombrar a lo indefinido como segundo con respecto a la definición. Ahora pensemos lo indefinido como lo previo a las definiciones. Todo cambia. ¿Qué pasa cuando aquello que llamábamos definición viene de lo indefinido? Aquí, lo definido portará la causa de su nacimiento, de su preformación más exactamente. Por tanto toda definición estará implicada en lo indefinido, dejando lo definido de pertenecer al ES, ya no puede decir de si SER.
Lo indefinido no pertenece al orden temporal del antes y el después. Por tanto su puesta en acto, cambia necesariamente la naturaleza de todos los pasos siguientes. Ahora, a lo que sigue podemos llamarlo indicaciones, por oposición a los desarrollos que emanaban de un definido. Algo que indica en vez de desarrollar es algo que mantiene su potencia virtual en el medio de un actual. No hay preexistencia de formas sino indicadores de velocidades, de intensidades. Que la idea entonces sea un ser de lo indefinido deviene una nueva lógica, donde el sinsentido se dispone a crear figuras donde lo aformal, lo involucionado, se hace lo más presente. Entonces PRESENCIA es la nueva OPERATORIA y no existencia. Lo indefinido actúa por PRESENCIA, y ese es su verdadero nombre.
Entonces, volviendo al comienzo, todo arte ¿és una forma de pensamiento? No es si el arte da sus opiniones sobre el pensamiento. O si el pensamiento está capacitado para reflexionar sobre el arte. El propio movimiento del pensamiento debe ser artístico. Todo arte, siendo pensamiento da nuevas “formas” de pensar, nuevas formas que son por naturaleza las de la sensación, las de lo informe, lo carnal, la intensidad, el devenir.
El pensamiento como multiplicidad nos da la materia que necesitamos para seguir esta proposición. Lo múltiple produce rasgos de sí, expresiones, que nunca son las de un pensamiento único, unicista. El pensamiento-multiplicidad se mantiene vivo como en un campo de vibraciones, de donde surgen destellos que crean ideas de toda clase: artísticas, filosóficas, científicas, etc. Dentro de él se vuelven indiscernibles. Las ideas como devenires del Pensamiento nunca dan la totalidad del pensamiento en su expresión. No hay poder de las ideas unas sobre las otras, pues su potencia es precisamente ser multiplicidades que implican en sí lo múltiple como propiedad absoluta que es el Pensamiento. Por eso, es increíble que hayamos llegado a creer que pensar era un acto natural y perteneciente a un determinado aspecto o función de la vida. Le hemos sacado toda potencia, a la vida y al pensamiento. Lo hemos desprovisto de su creación al pensamiento reduciéndolo a una disciplina, a una organización en definitiva, a una institución que mutila la vida. Claro, el primer género de definiciones nos obligaba a hacerlo de este modo, por eso queríamos ver de qué se trataba. Con el otro género, ya no podemos dar marcha atrás; la definición se vuelve constantemente desplazada por la fuerza del sinsentido que hace de ella una variación infinita. Tenemos pues Una – Vida – Pensamiento, donde los animales, las plantas, los minerales, los astros, las neblinas, los vientos, los ríos, la Tierra, es pensamiento posible e infinito al mismo tiempo.
El arte, la ciencia, la filosofía, como disciplinas serán todas intensidades, voces, de un solo y nunca igual a sí mismo Pensamiento.
Ahora bien, el Video-Danza: aventura nueva. Y sin embargo ya era necesario que el propio pensamiento baile y no que reflexione sobre el bailar. Como ya era necesario que el pensamiento produzca imágenes puras y no que reflexione sobre la pureza de las imágenes, sobre qué es la pureza (de las imágenes, de las ideas, del alma, de la vida, etc.). Hace tiempo que la filosofía piensa el movimiento y para eso debe hacer del propio pensamiento un movimiento. Los conceptos van a danzar con Nietszche. Los conceptos harán visible lo invisible con Bergson. Los conceptos mutarán invariántemente con Deleuze.
Video-Danza es una proposición muy simple entonces: presencia de imágenes puras y actos de danzar, unidos en el guión (V - D) que los separa. Pero el V-D corre el riesgo de creerse que sus soluciones, sus desarrollos, están por fuera, sin trabajar precisamente en el propio Afuera que ya tiene en ese ( - ) guión del medio.
Allí, por el medio de ambos, es que esperamos a este nuevo arte; haciéndose indiscernibles estos dos actos que juntos pueden revelar su virtualidad, su novedad, actualizada en lo que devendrán.
Esperemos que siga siendo por siempre un “arte nuevo”. Que no retroceda, como ya tantos video-danza lo han hecho, hacia gramaticalidades ya existentes, provenientes de otros dominios.
Tiene todas las posibilidades y condiciones de ser un acto de resistencia estética, política, afectiva, en todos los sentidos. En la agramaticalidad del Video-Danza, inventada por cada creador, estará su futuro.

Lamberto Arévalo, Mayo de 2005

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